Performance realizada en la localidad de Coliumo, comuna de Tomé (región del Biobío), el 15 de octubre de 2011. En El destierro, propuesta del alter ego El Ángel Indulgente, que pone el cuerpo a disposición del paisaje, conformándose como una irrupción, una aparición efímera que se alza sin destino, a la vez que se fusiona con este paisaje diluyendo las fronteras entre cuerpo y geografía, queriendo ese cuerpo también ser paisaje. El registro fotográfico fue realizado en colaboración con el artista visual Jorge Grandón.
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Sobre esta acción, Guillermo Moscoso rescata desde su bitácora el texto (2011): “Tomaré de la tierra su sabiduría… la tomaré a la hora del té en medio de los acantilados que conducen al mar infinito. Recorreré caminos con mi botecito reciclado en busca de la orilla, aquella orilla silenciosa, donde el mar es un espejo calmo y así poder emprender este viaje forzado por el destierro que me ha propiciado el silencio y la soledad… He partido en la búsqueda de los hombres, sobre un lanchón varado esperando la marea alta que me lleve lejos y que las plegarias elevadas antes de partir no sean en vano”…
En la localidad costera de Coliumo, en las inmediaciones de Casa Poli (de la oficina de arquitectos Pezo Von Ellrischausen, por entonces residencia de artistas), el verdor del pasto se funde con el mar y el cielo. Los roqueríos y acantilados de grandes dimensiones son los últimos vestigios de lugares aparentemente no contaminados por actividades humanas en la región del Biobío, donde lo sublime está experienciado en la unión de pequeños bosques nativos junto al mar abierto, entre nidos de cormoranes y la inmensidad del pacífico sur.
Sobre el ejercicio que implicó la producción de esta acción, el artista rememora: “Mi maleta me sirvió de mesa improvisada, le puse un paño rojo como mantel, sobre éste un par de tazas con tierra del lugar y platos, una jarrita de loza, una copa de cristal y unos ramos de flores plásticas, junto una regadera de hojalata con agua. La performance comienza cuando El Ángel Indulgente llega al sector donde está la maleta, que simula ser una mesa… Entonces voy con un paraguas y una pirgua roja con tazas, platos, el jarrito de loza y las flores plásticas. Me arrodillo y cierro el paraguas, pongo la mesa, me sirvo agua con la regadera en mi hermosa copa de cristal…. Luego ‘bebo’ tierra del lugar, con gestos grotescos. Todo en silencio. Luego termino este picnic”.
Sobre el contexto de esta acción, agrega: “Junto a Jorge Grandón fuimos a la aldea post terremoto en Coliumo (Tomé) cerca de la Casa Poli, para sumarnos a la actividad Carrera de Botecitos, que convocaba Cristian Luna, artista visual peruano, el cual estaba realizando una residencia artística en la zona, instancia patrocinada por el colectivo Mesa8. Me pareció importante la actividad de vinculación con la comunidad, especialmente los niños, quienes construyeron botecitos con materiales reciclados para luego realizar una carrera por una cancha de fútbol de tierra, arrastrándolos con algún cáñamo o hilo. Construí un botecito el que integré más tarde a mi performance. Andaba una gran cantidad de artistas y agentes culturales, todes registrando y compartiendo. Aproveché la oportunidad de llevar mis materiales y vestidura sin pretensión, no tenía guión, ni acuerdos, ni trabajo de investigación para esta obra… Sólo la necesidad de intervenir un lugar del territorio que habito. La performance tuvo público que asistió a la actividad de los botecitos, ya que estaba cerquita de la Casa Poli…. Fue una acción-irrupción, todo en silencio”, comenta detallando el artista.
El destierro, performance, 2011. Registro fotográfico digital autoría de Jorge Grandón y fotografías de la actividad “Carrera de botecitos”. Archivo personal del artista.


















