Acción individual realizada en Caleta Cocholgüe de Tomé, Región del Biobío, el 26 y 27 abril de 2014. Los registros dan cuenta de una reflexión sobre la vinculación de un cuerpo performativo en relación a un territorio específico costero, su memoria y problemáticas socioculturales. En ella está presente el alter ego de Guillermo Moscoso, El Ángel indulgente. La obra fue pensada para ser registrada en video y fotografía, gracias al apoyo del artista visual Jorge Grandón.
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“En esta performance Imaginarios al Borde de la Tierra, dejo entrever la problemática habitacional de la caleta Cocholgüe, efecto del terremoto del 2010, el cual produjo un éxodo forzado de muchos habitantes del lugar, y la llegada de nuevos afuerinos, la precariedad laboral pesquero artesanal. También permite visibilizar lo religioso y protestante en una localidad conservadora y cristiana (…) Como si fuese un sueño dentro de muchos otros sueños, el despertar y dormir, una eterna procesión.
El lugar donde aconteció la intervención performativa es la localidad de Caleta Cocholgüe cercana a Tomé, entre cerros, un faro lejano de lo que podría ser un pequeño barrio, y la presencia del viento, en medio de los caseríos que conforman la caleta y viviendas abandonadas, formaciones geológicas que según investigaciones contiene fósiles en el borde costero.
Sobre esta acción, el artista describe:
“El Ángel Indulgente despierta lejos de la caleta Cocholgüe a los pies de un faro, caminando con dificultad por el fuerte viento costero, mientras sostengo una cruz con ramas secas y una gran tela negra que flamea incesantemente y en la otra mano llevo la maleta redonda. Emprendo un viaje incierto tratando de avanzar y desaparecer. El ángel aparece en la puerta de una casa abandonada y avanza hacia una jardín de flores el cual riega, luego corta las flores de la casa formando un gran ramo y se recuesta en un sillón anaranjado envejecido por el paso del tiempo, quedándose dormido. Viaja y despierta en los roqueríos-terrazas geológicas en la costa entre la caleta grande y chica, camina lentamente con su ramos de flores y la maleta, llegando a una mesa engalanada con vasos y agua de mar en ellos. Me siento entre muecas y gestos retorcidos, trato de beber agua de mar y comienzo a poner flores en los vasos, estos caen una y otra vez producto del viento, nuevamente recolecto las flores y me dirijo a donde está la cruz con la tela negra flameando. Ahí El Ángel prosigue su caminata al atardecer, con la cruz a cuestas, con flores y el pescado entre el viento y el rugir de las olas”.
Sobre esta performance que presenta imágenes donde el cuerpo se funde en el paisaje que transita por él, Moscoso agrega: “Pensada para ser registrada sólo en video, nace de la necesidad por hacer obra, también era la oportunidad de indagar el cómo hacer performance sin una gran planificación conceptual de la obra en sí, si no en la relación directa y no planificada del cuerpo-territorio y la memoria del lugar, en tensión con las objetualidades usadas para crear alegorías y nuevas lecturas una vez viendo los registros de las acciones. Pensé en algún momento utilizar esta obra como maqueta para buscar financiamiento para un proyecto que formulé a medias y quedó en el camino sin ser postulado, donde la idea original era recorrer el borde costero de la región del Biobío realizando performance, y que todo me llevase a la Isla Mocha. En este periplo me acompañó Jorge Grandón, artista visual y performer que por esos años vivía en la Caleta Cocholgüe”.
Imaginarios al Borde de la Tierra, performance, 2014. Registro fotográfico video digital autoría de Jorge Grandón. Archivo personal del artista.














