Performance titulada La lavandera, que consiste en un tránsito por la ciudad de Concepción, deteniéndose en distintas instituciones, el 27 agosto de 2011. El contexto de esta obra está inmerso en las intensas movilizaciones estudiantiles a nivel regional y nacional de aquel año, instalando la demanda en Chile por una educación gratuita y de calidad, que luego sería bandera de lucha de diversos movimientos sociales.
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Los estudiantes secundarios planteaban la necesidad de una reforma constitucional para fijar el derecho a la educación, además de establecer un Estado que garantice una educación igualitaria, laica, gratuita y de calidad por igual en todos los establecimientos del país. Mientras que los estudiantes universitarios demandaban un acceso a la educación más igualitario, alzando de manera radical la idea de educación gratuita como derecho fundamental, siguiendo la experiencia de otros países latinoamericanos y del mundo en educación superior.
Sobre esta acción y su ímpetu de vinculación con las demandas estudiantiles de 2011 en Chile, Guillermo Moscoso rememora: “Entonces yo salgo a lavar, golpear, refregar la bandera símbolo de poder de una patria indiferente, colonial fascistoide que perpetúa el modelo neoliberal, con su educación de mercado empresarial. Esta bandera representa represión, muerte, desapariciones, inequidad, pobreza, violencia, y en lo personal no me representa. Esta performance fue un amplio recorrido por diversos lugares emblemáticos de Concepción. En esta acción está presente El Ángel Indulgente, el que acarrea una bañera rosada de plástico, con agua en su interior y una bandera patria. La performance consiste en que al llegar al frontis de esos lugares, con énfasis en liceos en toma, el Ángel, en una suerte de danza o una cueca sola, repleta de rabia, agita la bandera y la golpea contra el suelo, contra murallas, contra las rejas, las sillas, y el pavimento, innumerables veces. Cuando viene la calma, lava la bandera, la estruja, la estira y se cubre el rostro con ella, caminando a tientas a su próxima estación”.
El tránsito del artista mientras realiza el ritual de lavar la bandera, incluyó el Liceo Enrique Molina, el Liceo Técnico de Niñas, la escultura Araucarias (1994, Sandra Santander) al final del Parque Ecuador, las inmediaciones y sitios eriazos de la histórica población Aurora de Chile, la línea férrea cerca de la nueva estación de ferrocarriles, en la pileta de agua del Gobierno Regional, en el frontis del Gobierno Regional, en las puertas de la Catedral de Concepción, por el paseo peatonal Barros Arana, en los Tribunales de Justicia, el frontis de la Pinacoteca, el Arco de Medicina y el foro de la Universidad de Concepción.
“Jorge Grandón, artista visual y performer, me apoyó realizando el extenso registro fotográfico de la performance. Me transformé en mi alter ego El Ángel Indulgente en la entrada del edificio donde vivo. Era un día lluvioso de invierno, de agosto, entre sol y chubascos. Mi ropa estaba mojada, el frío pasó a segundo plano con la adrenalina, ya no importaba nada, sólo avanzar. El recorrido se definió de manera azarosa en el momento que avanzaba en mi protesta silenciosa… Hasta un taco de mi calzado se me desprendió y tuve que amarrarlo a lo firulais”, detalla el artista.
La lavandera, performance, 2011. Registro fotográfico digital autoría de Jorge Grandón. Archivo personal del artista.






















