Videoperformance producida en la Caleta Cocholgüe en Tomé, el 5 de enero del 2016. En esta obra Los sueños del último tritón, Guillermo Moscoso reflexiona sobre su cuerpo sin alter egos en relación al paisaje costero, donde el hilo conductor es una lectura mitológica sobre un imaginario homoerótico.
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En esta obra inédita en formato video, el artista añora una especial forma humana: la figura mitológica del Tritón, mitad hombre y mitad pez, ahí el artista resignifica la alegoría popular del cuento de sirenas, “ese imaginario de la transformación deseada en ser humano, para alcanzar un amor que parece imposible”, comenta el performer. En este caso la historia tiene un vuelco hacia el deseo: ya que es un tritón que busca ser hombre para desear y ser correspondido por otro hombre. Según define Moscoso, la lujuria, la tentación y los peligros que encarna la sexualidad han marcado estas figuras mitológicas. Por ejemplo, el canto de sirenas y tritones deja a la deriva a los hombres que navegan por los mares sentenciados al naufragio e inexorable muerte, donde escuchar el canto de una sirena resulta una inevitable condena.
Sobre esta acción pensaba especialmente para ser registrada en video, el artista rememora: “Estando en Caleta Cocholgue imaginaba, divagaba, era yo y mi cámara, existía la necesidad de explorar, crear, salirme de mi zona de protección, plantear una obra creada in situ la cual podría ser la puerta de entrada a reflexiones en torno a lo homoerótico desde mi producción visual. En esta obra está presente Guillermo sin alter egos, desnudo ante la inmensidad del mar, ocupando materiales mínimos encontrados en el territorio, como restos de carbón, cochayuyo y la doca, planta suculenta endémica de nuestro país. Mi cuerpo desnudo con mi piel cubierta de cenizas y líneas hechas de carbón como si fueran huesos en mi caja toráxica. En mi cabeza llevo una corona de cochayuyo con una pluma de gaviota y desde mi cintura hacia mi pies estoy cubierto de una gran cola simulando ser la de un pez o tritón, hechas con docas (…) Luego aparezco arrodillado y desnudo en la arena con el mar de fondo entre muecas y contorsiones me quedo nuevamente dormido. En otra escena final, reaparece el tritón sobre una roca donde rompen las olas. El mar lo baña, grita, gesticula entre muecas como si cantara donde el tiempo no existe, el oleaje es eterno y el amor un bien preciado ausente. Una cantatriz devenida en animal fabulosa”.
Los sueños del último tritón, performance, 2016. Máster de video digital, frame de video. Archivo personal del artista.