La Pinacoteca en el Museo
El trabajo de Guillermo Moscoso se ha instalado también en relación con el territorio, desde el sentido autobiográfico, en vinculación con la historia política de la ciudad; o en prácticas como la deriva, realizando recorridos performáticos por la costa de Tomé, la caleta de Coliumo o Cocholgüe, las calles de Concepción o la ribera del río Biobío, abierto a los encuentros posibles del azar.
La configuración de una suerte de vía crucis, de un trayecto que se construye a través de estaciones donde el Ángel Indulgente suele detenerse en mínimos rituales, ha dado con sitios y espacios simbólicos en lo colectivo, que permiten reactivar los sentidos de estas acciones en relación con la memoria del activismo en VIH/sida y de las disidencias en Concepción, por ejemplo, como ha sido accionar afuera del Hospital Regional o en el antiguo barrio Rojo de la ciudad; o con la dictadura, como ha sido instalarse en el frontis de la Catedral de Concepción, donde se inmoló Sebastián Acevedo en 1983; o con nuestro pasado industrial, que se hace presente a través de algunos paisajes más naturales, así también el extractivismo y la contaminación ambiental.
La ruina y la resistencia de la naturaleza en contraste, aparecen en los recorridos donde este alter ego redescubre la ciudad y el territorio, en procesos que son también levantamientos de una memoria: La Reconstrucción de un trozo de nuestras vidas (2012) es en tanto una mirada a la zona en estado de catástrofe tras el terremoto y tsunami del 27/F, evidenciando la devastación en el paisaje, los conflictos y carencias sociales, y el abandono estatal.