Espacios Vitales

Itinerancia durante el año 2009 de la exposición Espacios Vitales por las regiones del Biobío y Ñuble: en Galería de la Historia de Concepción, inaugurada el 19 mayo; en la Sala Marta Colvin del Centro Extensión de la Universidad del Biobío sede Chillán, abierta al público el 11 junio; y en Balmaceda Arte Joven sede Biobío, Concepción, inaugurada el 15 julio del 2009. 



Este proyecto de creación de cinco instalaciones y ensamblajes tuvo por objetivo «promover en la ciudadanía de la región Bíobio la no discriminación hacia las personas que viven con VIH/sida a través de la visibilización de su realidad en el ámbito de la salud, llevando esta discusión desde al ámbito privado a lo público”. 

Esta exposición, principalmente producida con objetos e instalaciones, fue resultado de una investigación de cuatro años indagando a través de prensa, archivos, en datos de aquella época rescatados desde el Ministerio de Salud chileno y también desde su propia biografía afectiva. Hasta el primer semestre del año 2005 en la región del Biobío, se notificaron un total de 929 personas VIH positivo y, desde 1984 hasta esa fecha, 272 personas fallecidas a causa del sida. Más allá de esos datos cuantitativos, en este proyecto de creación, Moscoso incorporó esa realidad junto a la experiencia e historia de personas viviendo con VIH/sida afectadas e invisibilizadas por la enfermedad, buscando resignificar las imágenes e historias de vida desterradas del imaginario social, a través de la recreación de los “espacios sanitarios” en los cuales estas personas han sido sujetas a las distintas formas de medicalización y discrimimación dentro del sistema de salud público en Chile. 

En palabras del artista: “Esta propuesta se situó en el ámbito de lo privado para transitar hacia el espacio público, estableciendo un lenguaje visual que recoge los valores, los juicios y los estigmas sociales con que carga el VIH/sida más allá de la enfermedad, transformándose ésta en una enfermedad socialmente rechazada, por las connotaciones valóricas y morales negativas que afectan directamente la calidad de vida de las personas seropositivas, en desmedro de su integración social. En síntesis, buscó generar una reflexión colectiva a la vez que autobiográfica, y una discusión pública respecto al impacto de la discriminación en las personas que viven con VIH/sida mediante ejercicios visuales que indagan en escenas sanitarias comunes y que ahondan en el imaginario cotidiano de los usuarios hospitalarios y así, con esto, intentar avanzar hacia la integración social”.

Los tres espacios expositivos institucionales debieron acondicionarse para la recepción de las muestras, siendo un desafío en términos de montaje para la producción de cada uno. El conjunto de obra presentada fue una selección de cinco instalaciones y ensamblajes. En detalle:

La primera obra, Cero-positivo: a través de múltiples capas y elementos que conformaron esta instalación, se recreó el tiempo que deben esperar las personas que viven con VIH cuando se  enfrentan a continuos análisis clínicos, desde el origen de la notificación (test de Elisa), “como evento traumático y decidor en la vida de las personas seropositivas”. Estos procesos e información fueron representados a través de una superficie traslúcida, formada por portaobjetos, sangre simulada y una imagen impresa en tela PVC en una placa de acrílico y luces. El acto de notificar a una persona como VIH positivo es intransferible, resguardado por el derecho a la confidencialidad de la ley 19.779 en nuestro país. Esta situación navega desde la negación a la aceptación: el reconocerse como persona vulnerada por un virus, está condicionado por el miedo a la discriminación y sus alcances negativos, este tránsito desde la invisibilidad a la visibilidad está principalmente determinado  por la reconstrucción y readecuación de los paradigmas socioculturales en las personas afectadas por el VIH/sida. Existen exámenes específicos de monitoreo que son capaces de diagnosticar el avance de la enfermedad (CD4 examen que mide las defensas del organismo y la carga viral o la cantidad de virus que se encuentra en la sangre). Si bien es cierto que estos procedimientos son de suma importancia para tomar medidas concernientes a la ingesta o tipo de medicamentos antirretrovirales (medicamentos que transforman al VIH/sida en una enfermedad crónica), estas decisiones se cruzan con la realidad socioeconómica y cultural de cada persona afectada por el virus y sus particulares estilos de vida. Según plantea el artista, desde este escenario surgen juicios de valores desde los prestadores de salud que dificultan el proceso de participación de las personas que viven con VIH en las decisiones que tienen que ver con la construcción  de conocimientos desde sus propios cuerpos, como la toma de decisiones de manera informada, entre otros. Es por ello que la información es poder. 

La segunda propuesta visual fue Tri-asociados: esta pieza expone los procesos y conflictos de las personas que viven con VIH/sida, asociados a la ingesta de medicamentos antirretrovirales, en torno a su adherencia y capacidad de desarrollar cambios-ajustes necesarios en la vida de las personas para seguir el complejo manejo del tratamiento antirretroviral, “sin olvidar que estos tratamientos deben adecuarse en la medida de las posibilidades al vivir cotidiano de las mismas personas”, según comenta el artista. En sus palabras, la adherencia es la participación y el compromiso activo con la salud y con el tratamiento. Es importante considerar los aspectos que inciden en este proceso tales como género, diversidades sexogenéricas, estilos y hábitos de vida, alimentación, toxicidad del ambiente en el que viven y efectos secundarios de los medicamentos, entre otros.Para el artista, todas estas variables crean situaciones y escenas de conflictos internos en las personas seropositivas, conformando una densidad de momentos e imaginarios que materializó a través de la imagen del torso del artista de la foto-performance Ascensión multirresistente (2008) para formar una superficie traslúcida con un dispositivo portaobjetos. “Antes del año 2003 en Chile la realidad era distinta, existían las listas de la muerte, donde el desabastecimiento de medicamentos cobró cientos de vidas. Este trabajo también ahonda en la memoria y reivindicaciones políticas en torno a la cobertura universal de tratamientos antirretrovirales”, enfatiza Moscoso.

La tercera pieza se tituló Radiación ionizante y, según relata el artista, reflexiona sobre la fragmentación del cuerpo desde el punto de vista médico sujeto a investigación y procedimientos que conlleva a la pérdida de la identidad de la persona-usuario cuando se deriva de una especialidad a otra. Pasando a ser un número de ficha médica, un código de un programa específico. “Muchas veces sujeto a situaciones de discriminación por parte de los prestadores de salud por falta de información en torno al tema del VIH/sida, incluso llegando a la negación en la atención requerida. Esto crea en la personas afectadas un sentido de invalidez en su pertenencia de los espacios sanitarios en los cuales debe transitar. Se supone que estos espacios y sus prestadores de salud deben salvaguardar la integridad de las personas y no actuar en desmedro de la calidad de vida de sus pacientes y usuarios”.

La cuarta obra se tituló Punción: A través de la creación de un box de sala de emergencia (habitación de atención médica), el artista busca ahondar en la problemática de la atención en salud hacia las personas que viven con VIH cuando requieren atención de emergencia. Estos habitáculos como espacios sociales de convivencia, están condicionados a la infraestructura, su capacidad de atención oportuna y de calidad de éstas. Guillermo Moscoso apela a que requerir de estos servicios está condicionado a situaciones límites de crisis de salud, donde el cuerpo está vulnerado y depende de la pertinencia en la toma de decisiones de los prestadores de salud (enfermero/as, paramédicos/as, médicos, etc.). Es por ello que, para salir del ámbito de lo privado, el artista utiliza elementos clínicos de gran significancia para las personas que viven con VIH, tales como sondas, botellas de suero, vías (agujas) y cortinas de box, reflexionando acerca de cómo estos objetos, que son parte de la memoria de los pacientes, afectan y tienen un lugar en los procesos emocionales y físicos de las personas seropositivas de Chile.    

Finalmente, la quinta instalación se tituló La Visibilidad: De 1984 a 2009, han fallecido a causa del sida en la región del Biobío alrededor de 272 personas. Estas muertes estuvieron condicionadas al estigma social de una enfermedad que a muchos dejó sin nombre y sin tratamiento ni un diagnóstico previo a la muerte, invisibilisados por la maquinaria de la discriminación imperante en nuestro país. Sobre esta obra, el artista comenta: “El desafío fue resignificar la identidad de estas personas con el objetivo de conmemorarlas a través de un memorial. Esta acción se realizó en diversos espacios, como plazas de nuestra ciudad, facultades, institutos, encuentros y seminarios, a través de un poder simple para que las personas que quieran adherir a esta propuesta anoten sus datos autorizando la utilización de su imagen en esta instalación-ensamblaje”.

Para la primera inauguración, en la Galería de la Historia en Concepción, la actividad se sumó a la conmemoración de «Luz de Velas» o «Candhelight», que realizan las organizaciones de personas viviendo con VIH, familiares y amigos, en conjunto con la mesa intersectorial en trabajo de prevención del sida en la región del Biobío. Afuera de la galería, diversas manifestaciones artísticas, como danza, música, oratoria y poesía, se sumaron al acto de prender velas en memoria de las personas fallecidas a causa del sida.

Espacios vitales, exposición, 2009. Fotografías de las obras, trabajo en taller, montaje exposición e inauguraciones, prensa, videos, catalogo, postales, afiches, pendón digitalizados. Archivo personal del artista.

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Nota prensa TVU
Reportaje programa Amor al Arte